Islas Kuriles: el otro frente con el que Putin quiere desestabilizar sigilosamente a Occidente

2022-06-12 10:55:53

Rusia agita las aguas del Pacífico y las maniobras que está llevando a cabo conjuntamente con China han encendido las alarmas de los más atentos. Es una llamada de atención y viene a poner sobre la mesa que los peores temores de Japón no eran infundados. Las autoridades niponas han acusado a Rusia de «ocupar ilegalmente» las islas Kuriles. Hecho que señala en su Libro Azul diplomático, que es un informe que recoge la voz del gobierno japonés sobre lo que sucede en el mundo. Putin en respuesta ha aumentado la presencia militar en la zona.

 

A Occidente las islas Kuriles pueden no sonarles de nada, pero alrededor de ellas se mueven intereses clave. Las Kuriles son una cadena de islas que se sitúan entre la península rusa de Kamchatka, al norte, y la isla nipona de Hokkaido, al sur, separando el mar de Ojotsk del Pacífico.

 

Concretamente las cuatro islas que reclama Japón son: Kunashir, Shikotan, Iturup y Habomal. Y se refieren a ellas no con la denominación rusa de Kuriles, sino como Territorios del Norte.

 

José Luis Fiori decía: «Quien tiene el poder mundial no es quien controla directamente el ’corazón del mundo’, es quien es capaz de cercarlo», algo que Estados Unidos había conseguido, pero ahora Rusia y China están alterando el statu quo de la zona

 

 

Como explica Federico Aznar, analista del IEEE, «el conjunto del mar de China se encuentra constreñido por un perímetro que se conoce como ’primera cadena de islas’ que arranca de las Kuriles, y está constituido por un conjunto islas, arrecifes e islotes de distinta pertenencia (China, EE. UU., Rusia, Japón) que actúan a modo de muro de contención marítimo frente a los intereses de un solo país.

 Es la llamada estrategia de la ’cadena de islas’, un programa iniciado durante la Guerra Fría que es un cerco geopolítico». Por ejemplo, para superar este espacio es imprescindible que China o Rusia puedan diversificar sus rutas marítimas, y es precisamente lo que ahora están haciendo ambas. Como decía el experto José Luis Fiori: «quien tiene el poder mundial no es quien controla directamente el ’corazón del mundo’, es quien es capaz de cercarlo, como los Estados Unidos hizo y sigue haciendo».

 

Enrique Ayala, analista de la Fundación Alternativas y general de brigada retirado, señala que «esas islas hasta 1855 no pertenecían a nadie, pero ese año se firmó el tratado de Shimoda, de tal modo que desde Iturup hacia las islas del al sur eran japonesas, y el resto eran de Rusia. En 1875, a cambio de que Japón renunciara a sus derechos en la isla de Sajalín, a lo largo de la costa de Siberia oriental, Rusia cedió el resto de las islas Kuriles a Japón.

 

Pero esto cambió al final de la Segunda Guerra Mundial, como recompensa por su labor, con el tratado de San Francisco pasaron las Kuriles a ser rusas, cosa que Japón nunca aceptó. Los japoneses decían que no se podía devolver a Rusia un territorio que nunca había sido suyo».

 

Más recientemente, la reforma constitucional de Rusia en 2020 que permitía a Putin a volver a presentarse, también prohibía la devolución de territorio ruso a cualquier país extranjero. Y el Gobierno ruso siempre ha temido que si las devolvía se desplegasen las fuerzas estadounidenses en ellas.

 

Al mismo tiempo, Japón no puede recuperarlas por la fuerza, de acuerdo con la Constitución japonesa de después de la Segunda Guerra Mundial. En 1949, los 17.000 residentes japonesas en las islas fueron deportados por la fuerza.

 

Y hasta hace poco se permitía las visitas periódicas de los familiares japoneses de los desplazados tras la guerra para rezar en los santuarios ancestrales. En retorno, Japón aceptaba a los pacientes rusos en estado crítico de las islas para que fueran tratados en su sistema sanitario.

 

Hoy sigue la disputa, y las sanciones decretadas por Occidente, a raíz de la guerra de Ucrania, ha acrecentado el valor estratégico que tiene para el Kremlin.

 

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