Por redacción 

Las primeras horas del 1 de enero de 2025 pintaron un escenario peculiar en la capital del estado: calles desiertas, un silencio inusual y una calma que contrasta con la celebración de la noche anterior. 

Desde las avenidas principales como la Universidad y el Periférico de la Juventud, hasta las plazas del Centro Histórico, la ciudad amaneció prácticamente paralizada. El bullicio característico de los automóviles y transeúntes dio paso a un paisaje sereno, dominado por esporádicos paseantes y algunos trabajadores esenciales que retomaron sus labores a pesar del feriado.

Las familias chihuahuenses celebraron el cambio de año con cenas abundantes, música, baile y, como ya es tradición, espectáculos de fuegos artificiales que iluminaron el cielo al filo de la medianoche. En colonias y barrios, las reuniones familiares y entre amigos fueron la constante, cerrando un ciclo que para muchos estuvo lleno de retos y esperanzas.

Sin embargo, tras las festividades, el 1 de enero es, para muchos, un día de descanso y resaca colectiva. Tiendas y negocios permanecieron cerrados en su mayoría, mientras que el transporte público operó con horarios reducidos. Aquellos que salieron a las calles fueron pocos: algunos deportistas, familias disfrutando del aire fresco o los primeros entusiastas que decidieron empezar sus propósitos de Año Nuevo.

Este inicio de 2025 ofrece una oportunidad de renovación para los habitantes de Chihuahua Capital, un respiro que permite cargar energías para enfrentar un nuevo año lleno de posibilidades. La tranquilidad del primer día es, para muchos, un recordatorio de que los ciclos se renuevan y que cada jornada representa una oportunidad para crecer y mejorar.